sábado, 9 de febrero de 2008

Olvidolandia

Olvidolandia, o el país del olvido, fue olvidada hace tiempo por todos, salvo por los habitantes que allí viven, que cada mañana al despertar leen el nombre del país y saben que están ahí. Pero lo cierto es que fuera de ese país ya nadie repara en su existencia. Como lo que pasa un día, al día siguiente es olvidado por la misma gente que lo habita, el país del olvido es el ejemplo más claro de impunidad, de involución, de destrucción.
Todos han olvidado cómo se originó ese país, y también olvidaron su historia. El país del olvido no tiene cultura ni tradición, porque nada queda en la memoria de sus habitantes, todo es como el agua del río, que corre y nunca se estanca. Todo fluye hacia el pasado, tanto lo bueno como lo malo.
Las leyes de esta nación nunca son iguales, se reescriben a diario, y nunca se sabe que se legisló el día anterior. Y como su duración es de un día, porque al día siguiente ya nadie recordará lo que hizo el día anterior, nunca nadie será penado porque lo que hizo en contra a esas leyes. Esos actos ilícitos no son siquiera parte del pasado, sino parte del olvido, y por lo tanto, nunca ocurrieron.
De modo que las injusticias son muchas en el país del olvido, y los verdaderos delincuentes son olvidados como tales. Pero curiosamente, y atentando contra el sentido común, el país del olvido tiene cárceles, que se encuentran desbordadas. Estos "centros correccionales" son ocupados siempre por la misma gente, los marginales de la sociedad de Olvidolandia. No es que estén presos por lo que realizaron en su pasado sino como una política de control social. En primer lugar, porque la clase dirigente necesita contener a la pobreza, y qué mejor que encarcelar a los que mendigan y no aportan al crecimiento económico del país. En segundo lugar, porque si no hubiera presos, la gente del país del olvido creería que la política criminal de su país es débil, y sentiría temor e inseguridad, y culparía de los delitos que vivió en ese día a los políticos y su falta de mano dura. En cambio, habiendo personas enjauladas (gente sin recursos y sin trabajo que no tienen nada que perder a cambio de, supuestamente, adueñarse de lo ajeno), si la población es víctima de un delito, sentirá que se debió a un infortunio, a una mera desgracia y la gente seguira su vida sin quejas, para al día siguiente olvidar el desgraciado suceso. Lo ridículo es que las cárceles resguardan a la sociedad de gente que si bien podría ser potencialmente dañina, no lo es más que otros que se encargan de vender los recursos del país al mejor postor, que realizan negocios corruptos, o que destruyen el medio ambiente. Esa clase de gente, por pertenecer a un estrato social elevado, nunca será cuestionado y siempre será libre de hacer lo que le dé la gana.
Obviamente no hay estadísticas reales en el país del olvido, y nadie puede siquiera averiguar la evolución del país a partir de los datos y registros diarios. Justamente porque es parte de la política de Olvidolandia. Los diarios y revistas no existen en el país del olvido porque como todo lo que dicen es del día anterior, no tiene sentido su existencia, a la población solo le preocupa el presente.
En el país del olvido miran todos hacia adelante sin mirar hacia atrás. Creen en el progreso del país a futuro, pero el futuro siempre se hace presente y al día siguiente pasa a ser olvido.
No se sabe si alguna vez la población de esa nación vencerá al olvido. Nadie sabe qué sería del día en que alguien milagrosamente pudiera recordar y hacer recordar. Probablemente huiría despavorido de ese lugar. Pero si sintiese mucho afecto por ese país, quizás pretendería cambiarlo, abrir los ojos dormidos de la muchedumbre que cree estar despierta.
Y si algún día sucediese eso, quién sabe si de todos modos tendría éxito o su lucha sería en vano. Porque no sería raro que los intereses políticos y económicos lo callaran, lo cual no sería muy difícil en un país sin memoria. Pero más miedo daría el saber que la misma gente lo buscara callar por el simple temor a la idea de poder recordar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué raro este país Olvidolandia. No quisiera vivir allí ... no quisiera volver a los ´90.

Anónimo dijo...

Me pareció una buena idea -o un buen momento (para entroncar con el anterior posteo de Mariano Closs)- dejarles esta canción de León Gieco. Creo que vale la pena subirla entera. Es sencillamente hermosa.

LA MEMORIA
Los viejos amores que no están,
la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van,
y los que en cualquier guerra se cayeron

Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia

El engaño y la complicidad
de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final
a las bestias de aquel infierno

Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia

La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento

Los desaparecidos que se buscan
con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo

Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia

Dos mil comerían por un año
con lo que cuesta un minuto militar
Cuántos dejarían de ser esclavos
por el precio de una bomba al mar

Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia

La memoria pincha hasta sangrar,
a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar
libre como el viento

Todos los muertos de la A.M.I.A.
y los de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve

Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia

Fue cuando se callaron las iglesias,
fue cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo

Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia

La memoria estalla hasta vencer
a los pueblos que la aplastan
y que no la dejan ser
libre como el viento

La bala a Chico Méndez en Brasil,
150.000 guatemaltecos,
los mineros que enfrentan al fusil,
represión estudiantil en México

Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia

América con almas destruidas,
los chicos que mata el escuadrón,
suplicio de Mugica por las villas,
dignidad de Rodolfo Walsh

Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia

La memoria apunta hasta matar
a los pueblos que la callan
y no la dejan volar
libre como el viento

Anónimo dijo...

jaja Sí, coincido con ramón, vivir ahí es vivir en los 90, o vivir en Buenos Aires ahora con la mauricracia. Un posteo más que elocuente.

Un abrazo